Frederick Matthias Alexander, nacido en la Australia en 1869, fue un niño precoz con una salud delicada.

Trabajaba en Melbourne como actor, específicamente declamando, pero en medio de sus funciones solía quedarse sin voz. Frustrado por las soluciones médicas tradicionales, Alexander se embarcó en un viaje de autodescubrimiento.

Utilizando espejos se observó de manera meticulosa mientras recitaba. Este proceso le permitió identificar patrones posturales y hábitos inconscientes que interferían con su voz y su bienestar general.

A partir de estas observaciones, desarrolló un método para mejorar su coordinación. Este método, conocido como la Técnica Alexander, no solo le devolvió la voz, sino que también le brindó mayor vitalidad y libertad.

En 1904 se trasladó a Londres, donde su técnica encontró gran acogida entre actores y personalidades de la época como Aldous Huxley y George Bernard Shaw. Su práctica se extendió y fundó la primera escuela para la formación de profesores en 1930.

A pesar de sufrir una apoplejía a los 79 años, Alexander se recuperó gracias a su propia técnica. Falleció en 1955 a los 86 años, dejando un legado de conocimiento y transformación que continúa inspirando a personas de todo el mundo.